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Hoy, un nuevo microcuento de Yolanda Vanguld.
Pero grita, hombre...
Esta mañana salía de casa buscando los guantes en el bolso mientras bajaba los escalones y cruzaba la calle, y sólo conseguía encontrar a uno de ellos en mi bolso. Como iba un poco tarde no estaba prestando mucha atención a lo que pasaba, pensando que tal vez se había quedado el otro guante en casa sobre la cama -como me hubiera gustado hacer-, pero después de tres años juntos he tenido una sensación de que mi pobre guante no estaba durmiendo, así que he vuelto a cruzar la calle y al llegar a las escaleras estaba tumbado en el penúltimo escalón mirándome esperanzado.
Al agacharme no lo he podido resistir y le he dicho: 'Pero grita, hombre'.
Este par de guantes granates, de cuero, muy expresivos al quedar sobre la mesa, están conmigo desde me fui a Inglaterra, así que han visitado muchos lugares y me han acompañado en mis aventuras, espero no perderlos porque posiblemente monte un drama por ellos.
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