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Hoy, cansada de mirar durante toda la mañana y gran parte de la tarde la pantalla de un ordenador, me he asomado por el balconcito del cuarto de trabajo y he visto que las golondrinas que preparan sus nidos en las torres extrañas ya están planeando sobre los jardines.
Por supuesto, lo primero que ha venido a mi cabeza ha sido la rima de Bécquer:
Volverán las oscuras golondrinas
de tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
Esas... no volverán!
Hay que asomarse a los balcones...
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Hoy, cansada de mirar durante toda la mañana y gran parte de la tarde la pantalla de un ordenador, me he asomado por el balconcito del cuarto de trabajo y he visto que las golondrinas que preparan sus nidos en las torres extrañas ya están planeando sobre los jardines.
Por supuesto, lo primero que ha venido a mi cabeza ha sido la rima de Bécquer:
Volverán las oscuras golondrinas
de tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
Esas... no volverán!
Hay que asomarse a los balcones...
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